Las escobillas de los limpiaparabrisas son ese elemento del que sólo nos acordamos cuando más las necesitamos, es decir, cuando llueve. Estamos ante una costumbre muy extendida y sin embargo, este componente de nuestro coche es responsable directo de la correcta visibilidad en determinadas circunstancias y su incorrecto funcionamiento puede ser motivo de accidente. Si no ves por donde circulas, es muy posible que te estrelles contra algo, ¿verdad?
Aquí, el dicho de ‘es mejor prevenir, que curar’, encaja a la perfección. Las escobillas de los limpiaparabrisas se deben cambiar una vez al año, aproximadamente. Hay quien lo estira a dos años, aunque lo más aconsejable es cambiar cuando pasamos de veranos a otoño y así disponer de escobillas nuevas en la época de lluvias. Además, no hace falta acudir al taller ya que no requiere herramienta y su sustitución es muy sencilla.
También es posible que haya que cambiar antes de que se cumpla el año, porque se ha deteriorado por cualquier motivo. Las señales son claras y no hay lugar a la confusión, os lo aseguramos. Por ejemplo, si al accionar los ‘limpia’ las escobillas hacen ruido, es necesario el cambio. Si no retiran correctamente el agua cuando lo necesitamos o bien, dejan rayas sobre el cristal, es hora de poner nuevas escobillas. Si el cristal se empaña por fuera, es señal de que las escobillas están deterioradas y, como cabe esperar, hay que cambiar.
Es recomendable no dejarlo para otro día y cambiar las escobillas cuando sea necesario, su mal funcionamiento repercute en la visibilidad y, como hemos dicho, si no ves por donde vas, el resultado más esperado es un accidente.
