Con la llegada del buen tiempo, los desplazamientos de ocio aumentan considerablemente. Además, son ‘escapadas’ a lugares donde no hemos estado nunca o llevamos mucho sin ir y nos obliga, en muchas ocasiones, a usar el navegador para conocer el camino.
Si nuestro coche está equipado de fábrica con GPS, no hay problema, ya está colocado en un lugar muy concreto de donde no podemos moverlo, sin embargo, lo normal es usar bien un navegador portátil o, por otro lado, las típicas aplicaciones para teléfono móvil como Google Maps o Waze.
Una vez indicado el destino, para poder consultar correctamente las indicaciones, colocamos el aparato en un soporte normalmente sujeto al parabrisas. Solución muy común que, bien situado para no restar visibilidad ni provocar excesivas distracciones, no entraña problemas. El caso es que, aunque todo vaya como la seda, nuestro GPS puede estar sufriendo nuestra acción de forma un poco traumática.
Seguro que tras llegar al destino o en una parada durante el viaje, has notado que tu teléfono o el navegador portátil está muy caliente. Muchos no le dan importancia, pero ese exceso de calor se debe a la incidencia del sol a través del cristal y es muy perjudicial para el funcionamiento del aparato. Tanto, que podría provocar averías como una disminución de la duración de la batería, un guiado erróneo o incluso que se cierre la aplicación o se apague el teléfono por sobrecalentamiento.
Una acción que parece inocente e incluso lógica, pero que puede suponer un fallo de nuestro aparato que, por norma general, no es barato. La mejor posición para nuestro GPS es la salida de aireación del salpicadero. Suelen estar en el centro del mismo y algo elevadas, un lugar muy adecuado para no restar visibilidad y permitir su consulta. Además, en verano, la acción del aire acondicionado es beneficiosa para el funcionamiento al mantener la temperatura del aparato.