La válvula EGR. ¿habéis oído ese nombre alguna vez? Un elemento del motor que en ocasiones, suele dar algunos problemas de funcionamiento y, que además, no son motivados por el propio componente.
Básicamente, la válvula EGR es una compuerta, por así decirlo, que permite que cierta cantidad de gases de escape regresen al motor para ser nuevamente quemados. EGR significa ‘Exhaust Gas Recirculation’, recirculación de gases de escape en castellano. De esta forma se logra reducir las emisiones contaminantes, única finalidad de su instalación.
Dicho funcionamiento es en parte lo que provoca sus fallos de funcionamiento. Los gases quemados que salen por el escape y entran de nuevo al motor a través de la EGR, llevan consigo restos de carbonilla y otras partículas que se quedan pegadas en las paredes de la válvula y no permiten que abra o cierre cuando corresponda.
Esto sucede, además de por usar un combustible de baja calidad (los baratos de supermercado, por ejemplo), por realizar una conducción con muchos kilómetros por ciudad y a bajas revoluciones. Conducir con el motor poco revolucionado conlleva problemas, como por ejemplo, éste de la válvula EGR. El lubricante también afecta al funcionamiento del motor y podría generar mayor cantidad de carbonilla.
