Hemos visto mil y una veces en las películas como los coches explotan a las mas minima, saltando por los aires a varios metros del suelo, esparciendo piezas y llamas hacia todos los lados y en definitiva y como se diría popularmente, liándola muy parda. Pero no se trata más que de ficción, un coche no explota como en las películas, si arden y de manera muy espectacular, pero no explotan ni saltan por los aires.
Cuando un coche sufre un incendio lo que se produce generalmente es una deflagración, una expansión de los gases muy rápida pero sin explosión, con unas llamas enormes y muy peligrosas. Es, salvando las distancias y a una escala mayor, como cuando abrías el gas para cocinar y al encender el fuego salía una llama enorme por el gas acumulado alrededor. Nunca veremos en la vida real un coche volar por los aires por una explosión a no ser claro, que sea por culpa de explosivos. Así la verdad es que vuelva por los aires cualquier cosa.
Por norma general, los fabricantes se cuidan mucho respecto a posibles incendios, piensan mucho en esta posibilidad durante el diseño del coche y ponen impedimentos que ocurra, pero no se puede controlar todo y aunque un motor y sus conductos son estancos, siempre pueden producirse fugas por roturas o mal mantenimiento. Esto, unido a que ciertos componentes del automóvil por sus características de funcionamiento, alcanzan temperaturas realmente elevadas, como el tubo de escape o el motor, es lógico que habiendo una fuga y entrando en contacto con estas zonas, se pueda provocar un incendio. Y además, estamos hablando de temperaturas de 100 grados o incluso un poco más, no es cualquier cosa.
Otro de los puntos que provocan incendios en un coche es el sistema eléctrico, que bien ya sea por un sobrecalentamiento o por un mal mantenimiento (cables pelados o rotos, contactos sueltos) comiencen a producir chispas al entrar en contacto con ciertas partes o entre sí, produciendo una llama y todo lo que viene después. Incluso los propios cables pueden comenzar a arder y terminar arrasando con el coche.
Estas situaciones son fáciles de evitar, mucho. Con un mantenimiento correcto, una revisión periódica de los tubos del motor y de las conexiones eléctricas lo tendríamos más que controlado. Pero de forma periódica, no una vez cada dos o tres años… también es relativamente fácil identificarlos. Por ejemplo, el primer caso tendremos mucho humo negro procedente de la zona en llamas en cuestión y alguna pequeña llama asomando bajo el capó. Además, se percibirán fallos en el motor y una rápida subida del termómetro de la temperatura del motor. En el segundo caso, el incendio eléctrico, el humo sigue siendo negro, pero es mucho más espeso y huele a plástico quemado.
Las formas de actuación son sencillas e iguales para los dos casos:
- Detener el coche lo antes posible, pero lejos de cualquier fuente inflamable como puede ser zonas de vegetación.
- Paramos el motor e inmediatamente quitamos la llave del contacto parando así el sistema de alimentación de combustible y aceite.
- Evacuamos el coche rápidamente, todo el mundo fuera y al menos a unos 50 metros de distancia de las llamas, pasando a llamar acto seguido al 112.